PIEDRA EN EL ZAPATO

Para Néstor cada día es una oportunidad para disfrutar al máximo, para reír con toda persona que se tope en su camino.
Ama caminar y respirar el aire de la ciudad, ha superado todo lo dañino, el mal olor de la calle no existe. Para él no hay envidia, ni rencores, él es natural en lo que hace, y lo disfruta.
Llegando a su oficina, saluda a todo aquel empleado que posiblemente se encuentra frustrado por la monotonía de su vida. Él jamás ha pensado en que la constancia es monotonía, de hecho es el más innovador y soñador, es el que posee  la mejor aptitud.

El febrero pasado tocaron a su puerta dos hombres, en sus manos sostenían varias hojas, él cree que eran listas llenas de nombres, aquellos hombre le informaron sobre el cambio de cera y de pavimento  que se haría en su calle.
Y por supuesto, firmó una de aquellas hojas.
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Un domingo en la mañana, Néstor Faldivia salió a correr al parque, se llevó la sorpresa, que en  su calle comenzó el cambio de suelo. Néstor caminó sobre la terracería, y el pobre, ensució sus zapatos deportivos, pero a él no le importó mucho.

El lunes salió a trabajar, ensuciando ahora sus zapatos de trabajo, casi tropieza con algunas piedras, y de nuevo, no le tomó importancia a aquello.

Néstor  tenía un nuevo proyecto, el cual expuso a sus compañeros, después de haber escuchado a faldivia, uno de ellos dijo:
-Néstor, eres el que tiene las mejores ideas, pero esta vez quisiste dar un salto imposible.  Todos  aquellos compañeros que los escucharon acertaron en lo mismo.
Néstor se entristeció, y tomando su utilería, se encerró en su oficina. 
Al parecer, faldivia se ha molestado por la observación de aquel.
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Ya hace dos meses que Néstor no sonríe, es ahora un amargado como todos con los que trabaja. Parece que ya no posee el optimismo que lo hacía único, quizás es que por más que se esfuerza en ser feliz, siempre lo que lo rodea, trata de presumir su capacidad para hacer a los hombre enojar.
Lástima de Néstor, parece que lo quieren despedir por no trabajar tan bien como antes.
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Su calle luce una cera nueva, y pavimento fresco, pero a Nestor le fastidia ver la calle, ha dejado ya de disfrutar lo que hace, ya no ama el aire urbano, parece que le causa nauseas.

Hoy despidieron al pobre Néstor, después de salir de su oficina furioso, se dirigió a la cantina más cercana, y aunque nunca había tomado, esta vez se dispuso a hacerlo, según él, para poder olvidarse de su fastidio.
Todo le ha resultado mal, y Néstor analiza, y se pregunta
-          ¿Donde fue…… en qué momento?
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Una  noche, tirado en el suelo,  tratando de esconderse en aquellos cartones con los que la gente duerme, Néstor se ha dado cuenta que su última posesión,  sus zapatos,  están a punto de romperse, 


  -los extrañaré…aunque, ellos me hacen recordar lo que tuve y lo que perdí - piensa.

Néstor perdió todo, ahora se encuentra en la calle, triste y enojado, molesto con la vida, esperando a que alguien le diga porque su desdicha. Mira fijamente sus últimos zapatos, se percata de algo, se saca uno de ellos del pié y mete la mano, palpa, encuentra una diminuta piedra, tomándola se pone de pié y corre, empuña la piedra, y con toda su fuerza la arroja. Se fue la piedra, tan molesta, la que hizo que Néstor se quedara sin nada, se fue volando, y calló en el charco mas lejano.

Néstor, vuelve a sonreír.

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